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OPINIÓN CÍVICA

Vulneración y educación civica

Columnas voluntarios, 11 de junio de 2018

En un contexto vulnerable sucede a menudo que las formas usuales que regulan la comunión -entre ellas; normas, leyes y costumbres- con las cuales estamos acostumbrados a relacionarnos los unos con los otros, son rotas y suplantadas.

Lo que impera entonces son otras formas, abstraídas y aberrantes, basadas en la violencia. 

La persona vulnerada se encuentra sometida a otro orden, en el cual ya no le es posible ninguna acción sobre él; cómo deberían relacionarse los individuos entre ellos. Un espacio abyecto, donde la política se ha reducido a su expresión más rudimentaria, en el cual la única forma de traducir la voluntad sobre lo común es por medio de violencia.

 

En un contexto de vulneración la educación cívica tiene entonces el trabajo de mostrar, que el discurso y la empatía con el otro son las formas correctas de buscar la organización. Es un trabajo arduo y difícil, ya que se trata, nada más y nada menos, que de establecer un principio. Un principio que alumno debe adoptar, pese a estar sumido en un espacio donde la violencia es una forma política, y donde el discurso y la conversación no son la primera opción frente a los problemas. 

 

La educación cívica debe entregar las herramientas que permitan al alumno desarrollar su voz.  Por medio de la creación de espacios seguros para el discurso; sea en la sala, en el patio, o en el barrio. Por medio de las habilidades de expresión; abriendo el mundo de las ideas y los proyectos. La educación cívica debe lograr sostener dentro del alumno el principio de que, es posible encontrarse con el otro en la palabra.

Jaime Vergara Sanfuentes

Estudiante de master Filosofía UDP

Voluntario en el Colegio San Alberto

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